Algunas personas miran sus árboles genealógicos en busca del nombre de un bisabuelo o de un tatarabuelo… Hoy nosotros iremos algo más allá, unos cuantos millones de años atrás. ¿Es posible saber eso? La respuesta es sí. Gracias al avance de la ciencia, podemos conocer, si no su nombre y apellidos, sí cómo eran aquellos lejanos homínidos de los cuales procedemos. Todo esto a manos, o a huesos, de una mujer: Ardi.
Encontrada en Gona (Etiopía) en 1994, el ejemplar de esta especie homínida fue bautizado como “Ardi” (Ardipithecus ramidus). El puesto de homínido más antiguo, que había pertenecido a “Lucy” (Una australopithecus afarensis un millón de años posterior a “Ardi”), es ahora ocupado por este fósil de 4’4 millones de años, del que se ha podido averiguar que medía 120 centímetros de estatura, pesaba unos 50 kilos y que su capacidad cerebral era bastante reducida: 300 cm3 . Compartía muchas características con nosotros: sus manos, su cuerpo erguido, su forma de caminar... Quizá por eso sea más fácil observar cuál ha sido el cambio evolutivo que separó a los humanos de los chimpancés, pues, aunque “Ardi” tenía algo de humana, también lo tenía de chimpancé.
Hasta ahora, los investigadores habían creído que los simios modernos conservaban rasgos del último antepasado que compartieron con los humanos. Sin embargo, con el descubrimiento de “Ardi”, se ha demostrado que los simios modernos han realizado cambios desde su separación con la línea evolutiva humana, lo que quiere decir que los homínidos africanos siguieron senderos evolutivos diferentes y que ya no podemos considerar a los chimpancés como el 'sustituto' de nuestro último antepasado común, todavía por encontrar.
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Vivían en zonas boscosas y andaban de forma bípeda, de una manera muy parecida a la del ser humano actual. Sin embargo, para lograr la postura y marcha erecta tuvieron que desparecer muchas de las características que poseían anteriormente:
- El cráneo: El foramen mágnum se desplazó hasta donde se encontraba la base del mismo.
- Columna vertebral: La columna vertebral se fue curvando para poder soportar el peso vertical.
- La pelvis: Se ensanchó y cuadró con la cabeza del fémur para una mejor sujeción, debido a que debería aguantar todo el peso del cuerpo.
- Las piernas: Los miembros inferiores se hicieron más fuertes.
- Los pies. es la única diferencia perceptible en “Ardi”. La especie Ardipithecus ramidus poseía todavía el dedo gordo dirigido hacia adentro (como en las manos) en vez de ser paralelo al los demás, lo que indica que debía caminar apoyándose sobre la parte externa de los pies y que no podía recorrer grandes distancias.
Ardi ha aportado una valiosísima información sobre nuestros orígenes, pero no todo. ¿Llegaremos a encontrar algún día el eslabón perdido?
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viernes, 5 de febrero de 2010
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